
que acudamos a dar gracias a Dios y a rogar por el obispo que pasa a la condición de emérito; y por el que llega, “puesto por el Espíritu Santo”.
Ese día, allí estaremos todos los que podamos acudir y encontremos un lugar. Lo que importa es que, en medio de las diferencias naturales, manifestemos la comunión de la Iglesia, pues como dijo hace casi veinte siglos el papa san Clemente I a los cristianos de Corinto, siguiendo la enseñanza de san Pablo, “ni los grandes pueden hacer nada sin los pequeños, ni los pequeños
sin los grandes; la efectividad depende precisamente de la conjunción de todos. La cabeza sin
los pies no es nada, como tampoco los pies sin la cabeza; los miembros más ínfimos de nuestro cuerpo son necesarios y útiles a la totalidad del cuerpo; más aun, todos ellos se coordinan entre sí para el bien de todo el cuerpo. Procuremos pues conservar la integridad de este cuerpo que formamos en Cristo Jesús, y que cada uno se ponga al servicio de su prójimo según la gracia que le ha sido asignada por donación de Dios”.
Podremos decir con el salmista, desde la profundidad de nuestra fe, “que éste es el día en que
actúo el Señor”, una fecha para la acción de gracias y la alegría, porque la Iglesia de Málaga va
a escribir un nuevo capítulo de sus hechos de los a p ó s t o l e s .
Juan Antonio Paredes
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